16.1.08

Jugando con la cámara (I)

Tras cinco años de casados, Elena y yo nos habíamos convertido, sin darnos cuenta, en una pareja monótona. Nuestros encuentros sexuales resultaban ser bastante rutinarios. En varias ocasiones le había comentado sobre esto, pero no hallábamos manera de darle chispa a nuestra vida sexual.

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Hace varios meses, cuando compré mi cámara de vídeo, no imaginé que tal adquisición cambiaría todo. Una noche, estaba Elena desvistiéndose sola en la habitación, cuando entré y comencé al filmar lo que pasaba. El hecho de que estuviera grabando la escena de su desnudez la excitó muchísimo. Continuó desvistiéndose pero ahora lo hacia con ritmo y mucha coquetería. Se acariciaba las tetas exhibiendo un gran deseo, y al quedar completamente desnuda, se masturbó frente a la videocámara. Yo, que me había calentado bastante, me saqué la polla y se la di a mamar. No sé cómo hice para mantenerme grabando mientras mi mujer me daba la mejor mamada de su vida. Me corrí en su boca, bañando también su cara, y todo quedó grabado en aquella cinta.

Hicimos el amor intensamente esa noche, gracias al juego de la videocámara. Al día siguiente le comenté a Elena que era una pena que no pudiéramos follar y tomar vídeo al mismo tiempo. Le dije que me encantaría poder lograr eso, pero que no se me ocurría que pudiéramos hacerlo sin un tercero en la habitación. Ella se limitó a reír y cambió el tema de conversación, lo que me llevó a pensar que no pasaríamos de allí.

Una semana después, estábamos en la cama cuando Elena me dijo que su hermana Mónica estaba dispuesta a manejar la videocámara para nosotros. Aquello, además de sorprenderme, me dejó demasiado caliente. Mónica es una hermosa morena que llevaba un año de divorciada. Aunque Elena tiene un cuerpo que muchas envidian y otros desean, Mónica está mejor. Sus tetas son grandes y bien formadas, definitivamente un platillo muy apetecible.

Esta vez fue Ele quien lo arregló todo. Había acordado con Mónica la fecha y mi cuñadita llegó puntual a casa esa noche. Me sentí un poco avergonzado cuando tuve que explicarle como usar la videocámara. Entre lecciones de vídeo y un par de copas, nos ambientamos. Subimos a la habitación y el rodaje comenzó cuando nos desvestíamos.

Ya desnudos, no tardé en llevarme las tetas de Elenita a la boca. Besé y lamí todo su cuerpo. Ella sostenía con sus manos mi cabeza, como para asegurarse de que su clítoris y vagina recibían la adecuada atención de mi lengua. Mónica no dejaba perder ningún detalle de la acción y se aseguraba de tener el mejor ángulo. La corrida de Elena fue memorable. Sus deliciosos jugos estaban en mi boca. Ella se incorporó y tomó mi polla en su boca. Su mamada era tan deliciosa que me costo gran esfuerzo para no correrme.

La volteé y la acomodé en posición para penetrarla por detrás. Sentí su vagina caliente y mojadita apretar mi polla y nos abandonamos en una follada salvaje. Las tetas de Ele se movían graciosamente al ritmo de mis empujadas. En un momento me volteé para mirar a Mónica y la sorprendí masajeando sus genitales con una mano, mientras no paraba de grabar el encuentro. Elena y yo nos corrimos un par de veces y practicamos varias posiciones frente al lente de Mónica. Finalmente, el agotamiento era tal que nos tumbamos en la cama. Yo me quedé descansando mientras Ele fue a ducharse y luego bajó con Mónica a ver la película recién filmada. Había pasado algo más de media hora cuando mi esposa subió y se acostó a mi lado. Luego de preguntarme cómo me sentía y si me había gustado, me pareció que quería decirme algo más y no hallaba la forma.

Finalmente dijo: - Mónica hizo un buen trabajo. La película quedó fantástica. Es una pena que ella esté tan sola porque estar frente a nosotros grabando lo que hicimos la ha dejado muy cachonda. Ella no tiene un esposo que le calme los deseos que tiene ahora mismo.

Dicho esto, me miró como buscando una respuesta en mis ojos.
Entonces añadió: - Mi hermanita, tu podrías.

Buscó con su mano mi polla bajo las sábanas y encontró lo que deseaba. Mi erección era una respuesta definitiva a sus insinuaciones. Llamó a Mónica y cuando ésta entró en la habitación, salió sin decir palabra. Yo tomé a Mónica por la cintura y la besé apasionadamente en la boca. Rápidamente la desvestí y comencé a chupar las tetas, que resultaron ser más hermosas que como las había imaginado. Al mismo tiempo acariciaba sus nalgas y su sexo.

Ella me empujó hacia la cama y se lanzó sobre mí para devorar mi polla con sensacional deleite. Tras mamar, chupar, besar y morder a gusto, se incorporó para sentarse sobre mí, dejando caer su coño sobre mi polla. Sus movimientos fueron maravillosos. El sudor sobre su piel le daba un brillo a su cuerpo que realzaba su belleza. Aquellas tetas estaban tan ricas que no podía dejar de acariciarlas y mamarlas mientras ella continuaba cabalgándome. Finalmente nos corrimos juntos, llenando su coño con todo lo que me quedaba.

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